miércoles, 21 de agosto de 2013

¡¡No se estrese!!


Con un ritmo de vida bastante rápido, en el que la mayoría se queja de ya no tener tiempo para realizar las actividades diarias, corriendo entre el trabajo, las tareas, los exámenes, las reuniones, los compromisos, las citas y los amigos, aparece el estrés.

La Organización Mundial de la Salud indica que este es "el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción".

El estrés es una parte cotidiana de la vida. De cierta forma actúa como un factor de motivación para afrontar las diversas tareas diarias y superar los retos que se nos presentan. Por esto puede decirse que existe un nivel normal y deseable, pero este nivel crecer llegando a ser potencialmente perjudicial.

Las causas del estrés pueden ser diversas. Tanto los sucesos negativos (por ejemplo una enfermedad, un accidente o la muerte de un ser querido, los cambios y la incertidumbre) como los positivos (un ascenso laboral, nuevas responsabilidades) son agentes estresantes. A esto se suman las condiciones ambientales, el ruido, el smog, la contaminación y la congestión vehicular.

El trabajo puede provocar efectos negativos en las personas cuando no se organiza y estructura de acuerdo a las necesidades y capacidades reales de los encargados de llevarlo a cabo. El estrés laboral puede deberse a una mala distribución de trabajo, de modo que algunos empleados están sobrecargados mientras otros puede llegar a aburrirse. Puede ser causado además por la incertidumbre cuando se debe hacer algo nuevo, la preocupación por no perder el empleo, los enfrentamientos y las relaciones tensas entre compañeros, la incapacidad para realizar un trabajo por algún tipo de problema físico o mental o porque no se está realmente bien formado para la tarea asignada, la falta de comunicación o incluso la falta de autocontrol. Y hay que considerar también la relación hogar- trabajo y las repercusiones que puede tener la vida laboral en la familia y viceversa.

Todo esto puede provocar fatiga física o mental, músculos contraídos, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, agotamiento del sistema nervioso, tensión e irritabilidad, cambios de ánimo, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, disminución de la productividad e insatisfacción profesional, entre muchos otros síntomas.

Los estudiantes también se ven afectados por el estrés. Dejar la casa y trasladarse de residencia o tener que viajar diariamente muchos kilómetros, hacerse cargo de la economía propia, compartir el lugar de habitación con personas nuevas o bien vivir sólo, todo a la vez que se atienden las responsabilidades académicas, las clases, las relaciones personales, e incluso el trabajo también agrega cierta tensión.

¿Y cómo podemos hacer frente frente a todas estas situaciones de tensión?
Es necesario tomarse un tiempo para relajarse y dedicarse a actividades que permitan renovarse física y psicológicamente: descansar, tomar vacaciones, practicar algún deporte, caminar, nadar, realizar actividades de ocio. Es necesario aprender a ser asertivo, a establecer límites, a suspender las actividades menos prioritarias, y a indicarle al jefe cuando está pidiendo más de lo que la capacidad de trabajo permite. Mantener expectativas realistas es también necesario, porque esperar demasiado de uno mismo o de los demás y exigirse perfección o ser inflexible con las prioridades puede generar mucha frustración. Además compartir las emociones con alguien de confianza, conversar y expresarse es la mejor manera de liberar los sentimientos acumulados. Y reír con ganas, una buena carcajada puede ser maravillosa para el estado emocional de una persona.

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